El 69,7% de los y las trabajadores temen que sus salarios disminuyan por la pandemia. Y al 75.6% le preocupa encontrar un nuevo empleo en caso de quedarse en paro. Los datos se obtienen de la encuesta “Condiciones de trabajo, inseguridad y salud en el contexto del COVID-19” sobre la incertidumbre laboral.
La investigación fue realizada por dos equipos de larga trayectoria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y el Instituto Sindical de Trabajo Ambiente y Salud (ISTAS-CCOO). El estudio se realizó sobre una muestra de más de 20.000 participantes con el objetivo de conocer el impacto de la pandemia entre personas asalariadas o autónomas que poseían trabajo al inicio del confinamiento, incluyendo aquellas afectadas por un ERTE o despedidas.
Un 5,7% de los participantes ha perdido su trabajo desde el comienzo de la pandemia. Y el 26,2% se vio afectado por un ERTE durante el estado de alarma.
Efectos de la incertidumbre laboral sobre la salud
Un 36,7% de la población asalariada española considera que su salud ha empeorado durante la pandemia del COVID-19, con mayor incidencia entre mujeres que hombres (41,6% frente a 31,9%).
Los bajos salarios propician a que más personas vayan a trabajar con síntomas como fiebre, tos, dificultad respiratoria o malestar general. Según los datos de la encuesta, el porcentaje de personas que fueron a trabajar con síntomas durante el estado de alarma es casi el doble entre quienes afirman que su salario les permite cubrir las necesidades básicas «algunas veces» (18,2%), que entre quienes están más tranquilos económicamente (10,5%).
Más del 70% de los y las participantes encuestados afirma haber trabajado en algún momento sin las medidas de protección adecuadas. Este porcentaje es levemente superior entre los y las trabajadoras esenciales y de atención al público. Casi la mitad de los asalariados, además, afirma haber estado sometidos a situaciones de «alta tensión» durante la pandemia.
La encuesta muestra también que durante la pandemia se duplicó el número de personas que consumió tranquilizantes, sedantes o somníferos. Más de la mitad son nuevos consumidores y quienes ya consumían aumentarion la dosis u optaron por fármacos más fuertes.
Periodismo y redacción creativa. Estudié Cs. de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires.